Trigésimo séptimo día del Omer de la sexta semana:
Hoy vamos a sacrificar la falta de discernimiento, para saber qué es lo bueno y qué es lo malo.
Parece muy fácil distinguir lo bueno de lo malo, pero a veces tenemos muy laxa la conciencia y lo que a nosotros nos parece muy bien, no lo es tanto y lo que nos parece mal, puede ser peor ante los ojos del Creador.
Por ejemplo: yo he escuchado decir algunas personas que por comer un chicharrón no nos vamos a condenar, y es verdad, no por comerlo propiamente, pero si por desobedecer y desafiar al Creador en su voluntad.
¿Será que el Creador se molesta si yo le sigo diciendo Jehovah o al Mashiaj, Jesús?
¿No sabemos que los nombres en hebreo tienen connotaciones específicas de su destino o de sus funciones con relación al papel que corresponde en la creación y que cuando yo pronuncio un nombre distinto, fuera de ser una autentica falta de respeto, también me estoy dirigiendo a otra persona con unas características y con unas funciones completamente diferentes al que yo creo que me estoy refiriendo, será esto malo como bueno a los ojos de Él?
¿Qué diferencia existe entre observar el Día de reposo el primer día de la semana o el séptimo día de la misma, si lo importante es dedicarle al Creador un día a la semana y reposar ese día?
¿Es bueno o es malo para Él, si yo elijo el día que debo observar su reposo?
Es muy malo, porque fue El quien eligió e institucionalizo su propio día de reposo y nadie tiene autoridad para cambiarlo, porque no es cuando a mí me parezca es cuando Él, ordene.
La única manera de saber lo que es bueno y lo que es malo o tener discernimiento es precisamente conociendo su voluntad, escrita en la TORÁH y en las escrituras y obedeciendo sin discutir y sin razonar, solo sometiendo dócilmente a sus mandamientos, estatutos, decretos, instrucciones y sus días de reposo o mejor conocidos tiempos.
El discernimiento se alimenta del reconocimiento de que salí de su naturaleza, de su mismo espíritu, conociendo sus instrucciones (la TORÁH), teniendo relación íntima con Él, y sobre todo obedeciendo en toda su voluntad, es decir apartándome para Él, y en Él.
Es el discernimiento un don maravilloso, es un seguro contra el error y para evitar contravenir su soberana voluntad, es como una especie de alarma que previene que nuestra naturaleza divina de luz, pueda andar por caminos de oscuridad y negatividad, que nos alejen de los propósitos y deseos de grandeza y majestad, humildad y misericordia, amor y llenura de su espíritu.
El discernimiento una vez adquirido, obra automáticamente en nuestro espíritu y corrige y es como un control de calidad de nuestro obrar y testimonio con Él, con los demás y con nosotros mismos.
Perdemos, porque se puede perder, el discernimiento cuando nos alejamos de su fuente y de su poder, que es Él, el Creador y amo del universo, nuestro salvador y padre, bendito sea por siempre.
El orgullo, la razón, la mucha ciencia, el endurecimiento de nuestro corazón, la ignorancia de la escritura (no solo el desconocimiento, sino el hecho de que, conociéndolas, no las vivimos, no las aplicamos a nuestras vidas, eso también es ignorancia), son causantes de la pérdida del discernimiento.
El hombre que quiere obtener explicaciones de todo lo que está escrito en las escrituras y que no hace caso de la revelación, es presa fácil de la falta de discernimiento y tiene la tendencia espiritual al ritualismo y a la rigidez conceptual, prefiere grabarse los textos y no le presta atención a sus significados y a las intenciones del Creador, recibe por su cerebro y no por su espíritu, la letra de las escrituras se vuelve muerta y no encuentra gozo ni se siente participé de la creación y mucho menos de los planes y propósitos del Creador.
Durante el tiempo de la esclavitud entre las religiones (en Egipto) esta facultad o don se atrofio y no obró en nosotros, pero ahora que acabamos de ser libres y que vamos de regreso a la casa del Padre por las sendas de la TORÁH, es el momento de purificarnos y limpiarnos de todo lo que la sustituyó y nos deformó la relación con Él, y nos cegó en cuanto distinguir lo bueno y lo malo, lo que le agrada a Él, o lo que le desagrada.
Padre amoroso y misericordioso, permite que nuestro espíritu, que es tu naturaleza, pueda ser complacido con nuestras acciones buenas y que nuestro testimonio para ti represente siempre ese camino de luz y de rectitud que tú quieres que andemos, entonces pon en nosotros ese maravilloso don del discernimiento.
Que actuar bien y ver el bien y lo agradable para ti en todo y siempre, sea para nosotros como respirar automáticamente y que lo hagamos con gozo y alegría porque es para que te complazcas y sepas que te amamos, ayúdanos a lograrlo, por favor, por tu apartado nombre, así sea.
BARÚJ ATÁ יהוה, ELOHÉINU MÉLEJ HAOLÁM, ASHÉR KIDSHÁNU BEMITZVOTÁV, VETZIVÁNU AL SEFIRÁT HAÓMER, BESHEM יהושועה MESHIJEINU.
Bendito eres Tú, יהוה nuestro Elohim, Rey del universo, que nos ha santificado con sus mandamientos, y nos ha ordenado lo concerniente a la cuenta del Omer, en el Nombre de יהושועה nuestro Mashiaj.
Hoy es el día 37 de la cuenta del Omer, o sea segundo día de la sexta semana, faltando 12 días para Shavuot.
Su siervo,
IOSHIYAHU BEN IEHUDÁH